martes, 29 de diciembre de 2009

Chocolate, un placer


Una de las razones de que nos guste tanto el chocolate no sólo és el hecho de saborearlo, sino también de olerlo, contemplarlo . Cuando rompemos el envoltorio de una tableta de chocolate o abrimos una caja de bombones, nuestros sentidos empiezan a trabajar.
El aroma del chocolate es como un buen perfume. Cuando partimos una tableta con los dedos, el chocolate hace un "crac" muy agradable, el chocolate se funde instantáneamente en nuestra boca -una sensación exquisitamente placentera y el aroma que nos invade a continuación, abruma nuestras papilas gustativas.
No es extraño que el chocolate haya que paladearlo despacio. La pasión por el chocolate indica que tal vez se desarrolle un argot específico de modo parecido al que describe la cata de un buen vino etc...
los aficionados al chocolate no disponemos de un vocabulario propio especializado, cuando un chocolate nos gusta cosa hay una manera de comunicarlo a los demás, y es poner los ojos en blanco.
Elaine Sherman, una escritora norteamericana de este siglo, resume muy bien este placer del siguiente modo "El chocolate es divino, meloso, sensual, profundo, fuerte, suntuoso, gratincante, potente, denso, cremoso, seductor, sugestivo, rico, excesivo, sedoso, suave, lujoso, celestial. El chocolate es perdición, felicidad, placer, amor, éxtasis, fantasía... el chocolate nos hace malvados, culpables, pecadores, sanos, chics, felices"

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